4 Ideas de economía: Consumo, ahorro e impuestos(Septiembre 13)

En estos días se empieza a hablar del final de la larga recesión. En realidad sería la segunda salida, de esta W que ha sido la coyuntura desde 2008. Y se habla de expectativas de crecimiento del PIB, del que por ahora sólo se ve una ralentización en su caída.

Como en muchas conversaciones de sobremesa he discutido de este tema, he pensado en hacer un resumen rápido de mis ideas. Y compartirlas. Además, las vacaciones han dado para comentarlo varias veces.

Muchas veces oímos hablar de Keynes sí o Keynes no. Hoy por hoy, los keynesianos, con Krugman a la cabeza, ocupan más espacio periodístico, por lo menos en España (y como juicio de valor subjetivo, creo que afortunadamente).

Y todos oímos hablar de la necesidad del aumento del consumo como clave para la recuperación. ¿Por qué?
Hemos de tener en cuenta, que el PIB de un país (pura macroeconomía)es el resultado de la suma de:

Y = C + I + G + (X - M)

Donde:

Y = Producto generado por un país, que es a su vez la suma de las rentas de todos los agentes económicos
C = Consumo de todos los agentes económicos (empresas y particulares)
I = Inversión en bienes duraderos, desde maquinaria a vivienda
G = Gasto Público
X - M = saldo neto de exportaciones menos importaciones

Y llevemos esto a la economía de cada ciudadano de a pie. La ecuación es más simple

Y = C + S + T

Y son los ingresos que se obtienen del trabajo o de nuestra actividad. Y con esos ingresos sólo se pueden hacer 3 cosas, empezando por el final

T: los impuestos. De hecho, se habla de renta neta disponible cuando a los ingresos le quitamos los impuestos. Una parte de nuestra renta ya no la vemos (nos la deducen antes de cobrar la nómina) y otra la pagamos vía IVA al consumir.

C es el dinero que dedicamos a consumir en el día a día

S: lo que no hemos pagado de impuestos ni hemos gastado, lo podemos ahorrar. Y ese ahorro se va acumulando, en una cuenta corriente, en una cuenta de ahorro o en un fondo de inversión

Tengamos en cuenta que la ecuación macroeconómica es igual a la suma de todas las que hemos visto a nivel microeconómico (incluyendo al resto de agentes económicos). Si relacionamos estas dos visiones, la global macroeconómica y la del españolito de a pie, pues podemos ver lo complejo, o simple, que es el problema.

De entrada, cuanto más suben los impuestos, menos dinero hay para consumo o ahorro. Y esto, por muchos discursos que se den, es evidente. Más IRPF o más IVA implican menos dinero para consumir.

Si la renta baja, porque los sueldos bajan o se ajustan, ha de bajar el consumo y el ahorro. Lo primero que se reducirá será el ahorro Pero el consumo tiene un límite mínimo en el que nos encontramos "satisfechos". Y eso es eminentemente subjetivo. Y cuando alguien se queja de que ha traspasado ese límite, se oye la expresión de los críticos. "Es que Usted vivía por encima de sus posibilidades". Perdone, yo vivía en función de mi renta y, sobre todo, de mis expectativas.

Y ahí aparece el punto difícil: el ahorro y el ahorro forzoso. Cuando alguien quiere comprar una cosa (desde un coche a una vivienda) y no tiene suficiente ahorro acumulado, puede ir a una entidad y pedir un préstamo. Préstamo que tendrá que devolver con ahorro futuro, porque tiene una expectativa de seguir teniendo renta en el futuro. Pero ese ahorro ya no será voluntario sino forzoso, y que por lo tanto irá antes que el consumo a la hora de aplicar la renta neta disponible.

¿Y qué ocurre si la renta baja, o desaparece por una situación de desempleo, y tras hacer frente al ahorro forzoso, la cuota de la hipoteca o del préstamo del coche, el consumo no es que quede ya por debajo de límites mínimamente satisfactorios, sino que llega a los mínimos intraspasables (alquiler, luz, gas, agua, comunicaciones, el colegio de los niños,...? Lo que vemos. Familias a las que el ahorro forzoso de la hipoteca, o los préstamos al consumo, ha llevado al "crash".

Y por si fuera poco, quien aún tiene renta, teniendo unas expectativas desfavorables, decide dedicar más a ahorro(S), y reducir su nivel de consumo (C) por si vienen mal dadas en el futuro.

Y para acabar con este "potaje" (u olla gallega) solo nos queda ver que la T, nuestros impuestos, son los que ha de cubrir la G (del gasto público) macroeconómica. Y si el dinero no llega, pues a emitir Deuda Pública y a aumentar el endeudamiento del país (y/o aumentar los impuestos)

Y que para cubrir la I (la inversiín) macroeconómica, hay que recurrir a la S , el ahorro de los ciudadanos y empresas. Y si no llega, pues se lo pedimos a nuestros vecinos (básicamente alemanes). Y si estos deciden un día dejar de prestarnos dinero, pues...tenemos un problema. Porque ese dinero fue, en parte, a familias que han comprado una vivienda (y a promotores que compraron un solar) y que lo van a devolver en 40 años. Y los acreedores extranjeros quieren el dinero mañana, porque si no "te rescatan".

Si pensamos que en el PIB, la ecuación macroeconómica, más del 60% lo genera el consumo, queda clara su importancia. Que nos digan la importancia de que "X -M" haya aumentado queda claro, porque ayuda a compensar la debilidad del consumo. Pero no hay dinero para más G, que es lo que le gustaría a Keynes. De hecho se reduce, porque hay que devolver lo que nos han prestado. Lo de la inversión (I) es más duro, porque exige tanto que los empresarios quieran invertir (expectativas) como que las entidades tengan fondos para prestar (tema objetivo: o hay o no hay) y garantías (tema subjetivo: me fío o no me fío) de que lo van a recuperar.

En este blog hemos hablado mucho de confianza, y la necesidad de que esta se genere en particulares y empresas. Ni es fácil hacerlo, ni solo con confianza "se cruza el mar". Todos tendremos que poner un poco e nuestra parte. Estado, empresas, entidades financieras y particulares.

Pido a priori excusas a quien, con algo más que mis escasos conocimientos económicos, encuentre carencias de análisis, que no simplicidad de conclusiones. Pero a más de uno le puede aclarar conceptos.

Este artículo pertenece al Blog del Grupo Choice y ha sido escrito por Francisco Marín.


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Luis Valero. Septiembre 2013.